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Marian Rojas Estapé
Categoría: Familia
Desde el primer momento, Encuentra tu persona vitamina te recuerda algo muy simple pero revolucionario: quienes te rodean afectan tu ánimo y hasta tu salud. No es magia, es neurociencia y psicología mezcladas con anécdotas que te hacen decir “¡Claro, me pasa todo el tiempo!”.
La autora, con su experiencia como psiquiatra, te propone este ejercicio: piensa en esa persona que, sin pretenderlo, te hace sentir más fuerte. No solo la pareja, sino el amigo que siempre te escucha, la tía que sabe decir lo justo o el mentor que te anima cuando flaqueas. Esa es tu “persona vitamina”.
A lo largo de las páginas, el libro intercala historias reales —casos de consulta, recuerdos de infancia— con datos sobre cómo las conexiones afectivas influyen en nuestro cerebro y en el sistema inmunitario. Por ejemplo, te cuenta cómo un abrazo sincero puede reducir niveles de cortisol (la “hormona del estrés”) o cómo una llamada de apoyo frena la ansiedad en cuestión de minutos.
También dedica espacio a las sombras que a veces se cuelan en nuestras relaciones: el apego rígido, esas heridas de la niñez que buscamos inconscientemente en otros, y los vínculos tóxicos que, lejos de recargarnos, nos drenan. Con sencillez, te enseña a detectarlos (¿te sientes habitualmente culpable o invalidado?) y sugiere maneras de poner límites o, si hace falta, cerrar capítulos.
La parte más práctica llega con sus “tareas vitamina”:
Mapa de afectos: dibuja un círculo e incluye a quienes te nutren (y, de paso, a quienes no).
Diario de gratitud compartida: cada vez que recibas un gesto positivo, anótalo y tómate el tiempo de agradecerlo de verdad.
Chequeo personal: pregunta a tus “vitaminas” cómo puedes ser tú también su fuente de energía.
Al terminar el libro, te das cuenta de que, al igual que el cuerpo necesita vitaminas, nuestra mente y nuestro sistema emocional prosperan con relaciones auténticas. Encuentra tu persona vitamina no es solo un título bonito: es una llamada a rodearte de quienes te impulsan, a limpiar el terreno de las malas hierbas emocionales y a convertirte tú mismo en esa “vitamina” para los demás.